domingo, 27 de febrero de 2011

PUBLICACIÓN SEMANAL - RELATO 3 - II CONCURSO DE RELATOS AL-WADI 2009: "La Profesora"

La Profesora


ARGOS

      Aitana había llegado como tantas veces al hotel Montiboli de Villajoyosa, buscando evadirse de la tensión laboral, de las largas horas de Universidad, impartiendo Literatura, que era acaso la pasión de su vida, aunque también guardaba una oculta pasión por el Casino, ese mundo de la ruleta que la trasladaba a otras épocas históricas, como si fuera una de las protagonistas de la novela El Jugador de Fedor Dostoievski.
     De esta manera, Aitana estuvo jugando en el Casino de Villajoyosa hasta altas horas de la madrugada, entre un maremagnun de potentados ejecutivos con mirada de acero, nobles arruinados, jeques árabes y toda la fauna que hacían del vicio y el placer su forma de vida. No le debía ir mal la cosa, ya que tenía el rostro encendido y sonreía frecuentemente, no sabemos si por efecto de la ganancia en la ruleta ó quizás por efecto de las copas de bourbon que se había metido entre pecho y espalda.
     Lo cierto es que su euforia se trastocó, cuando observó los ojos de aquel extraño. Ojos verdes que taladraban la mente, como si aquel gentleman inglés, de larga cabellera rubia, fuera un depredador sexual que pudiera arrastrarla al séptimo cielo.
     Después de las primeras palabras, John Bradford invitó a la catedrática de Literatura a la última copa en la discoteca del Casino y durante el primer baile, Aitana ya notó como un fuego por su entrepierna, como un sofoco que le subiera hacía el pecho e inundara sus mejillas de ese arrobo próximo a la pasión y el frenesí. Fue entonces cuando acudió al cuarto de baño, intentando controlar aquel fuego interior, como si se sintiera sucia ante aquel arrebato de pasión que humedecía sus senos y sus labios. Ante el espejo encontró un rostro maduro, pero todavía hermoso, ya que acababa de cumplir cuarenta años y todavía se sentía deseable y perversa. Por eso quizás se atrevió a desabrochar su blusa, tratando de ajustarse unos pechos enhiestos y luego ya en el reservado, se atrevió a deslizar su mano por el interior de la braga, observando que en su vagina fluía un liquido espeso como la miel, deteniéndose en la suavidad de su vello púbico y deseando que aquella noche fuera, una noche loca de pasión y deseo que le ayudara a olvidar aquella bronca que había mantenido con su marido.
     Cuando Aitana regresó a la pista de baile de la discoteca, la voz melodiosa de Frank Sinatra entonaba su melodía preferida "Nena, llévame a la luna..."" y recordó que aquella misma melodía sonaba el día en que Francisco le pidió que fuera su mujer. Pero aquella noche todo era distinto, porque John Bradford, aquel dios rubio, la tenía de nuevo fuertemente agarrada por la cintura y ella notaba su piel excitada y notaba también que el miembro viril del lord inglés frotaba su sexo, haciéndola sentir escalofríos de placer. Fue entonces, cuando John le susurró unas cariñosas palabras al oído y ella asintió a su proposición, abandonada y perdida, carpe diem, como si una fuerza extraña y misteriosa le hiciera abandonar su vida anterior, una fidelidad de quince años, algo que ahora se rompía por la fuerza del destino y cuyas consecuencias serían impredecibles.
     Como un sueño, solo supo que ambos subieron a su habitación, carpe nocte, y él la cogió amorosamente entre sus brazos, mientras le daba un beso apasionado en los labios. Después notó como John Bradford le despojaba lentamente su vestido de lamé rojo, dejando al descubierto esos senos sonrosados, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, que eran el orgullo de su esbelta madurez. Después notó como John Bradford la despojaba de sus braguitas rojas, dejando al descubierto su más preciado tesoro, un pubis angelical, que todavía podía competir en belleza con el de algunas jovencitas. Después entre un maremagnun de besos y abrazos, notó la penetración posesiva e intensa de aquel dios iracundo, que la dejó, entre espasmos de placer, al borde del éxtasis y el delirio...A la mañana siguiente, cuando despertó, Aitana se dio cuenta, de que por primera vez había sido una mujer infiel. Carpe diem pensó y siguió durmiendo...

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